viernes, 8 de abril de 2016

FIESTA ESCOLAR SANTA CARMEN SALLES

 ¡Cuánto nos gusta celebrar a los Concepcionistas! ¡Y qué bien lo pasamos con los preparativos!
La fiesta alegra, une, convoca, anima, da sentido, renueva, genera identidad..., y este año, la fiesta también NOS CON#MUEVE.
9 de abril: Aniversario del Nacimiento de Sta. Carmen Sallés.
11 de abril: Aniversario de su Baustismo.
Por estos dos motivos y porque nos sentimos felices de SER CONCEPCIONISTAS, el 11 de abril, en todos los Centros Concepcionistas celebramos LA FIESTA ESCOLAR DE STA. CARMEN SALLÉS. 
CON M. CARMEN#CONMUEVETE
¡¡FELICIDADES!!  
Agradecemos a Isabel Martínez y Ángela Rodríguez, 
Postulantes Concepcionistas, la realización de este vídeo.

(Texto transcrito y ampliado del vídeo)
¡Uy, si estás aquí! Qué bien, yo ya te estaba esperando. ¿Cómo estás? Ven, me gustaría hablar un rato contigo, como haría una madre con su hijo… ¿Sabes? Estoy un poco nerviosa. ¿Quieres que te cuente por qué? ¿Sí? Pues verás, se acercan unas fechas que son muy importantes para mí, en las que recuerdo momentos y personas que marcaron profundamente mi vida y me hicieron llegar adonde estoy ahora. Además, no quisiera que esto fuese algo que se quedase en mi memoria. Forma parte de mi historia, y me gustaría un montón compartirlo contigo para que luego tú puedas, si quieres, compartirlo con otros. Veo que sientes curiosidad… Mmmm… Veamos… ¿Por dónde empezar? Sí, creo que el mejor punto de partida será que te cuente cuándo nací… Porque fíjate, la vida es el primer regalo que recibimos todos, ¿no crees?

Nací un 9 de abril de 1848 en Vic, Barcelona. Mis padres se llaman José Sallés y Francisca Barangueras. Mi familia es numerosa; tengo 9 hermanos y yo soy la segunda más mayor… Espera un momento, ¡si no te he dicho cómo me llamo! Mi nombre es Carmen, pero en mi familia me solían llamar Carmeta. Bien, hechas ya las presentaciones, continuemos… Con este nombre (Carmen) me bautizaron el día 11 de abril de 1848 en la Catedral de Vic, y así pasé a formar parte de la gran familia de la Iglesia. Por supuesto, yo era un bebé y no recuerdo nada de mi bautismo… Pero sí que recuerdo el día que hice la primera Comunión con apenas 10 años cumplidos, el 18 de abril de 1858. En el colegio nos habían hablado mucho sobre Jesús, ¡y por primera vez iba a encontrarme con Él al comulgar en la Eucaristía! Cada vez le quería un poco más, y cuando rezaba, sentía como si en mi corazón surgiera una chispa que lo llenaba todo de luz y calor. Es un sentimiento que difícilmente se puede explicar con palabras… Aunque yo era pequeña, Dios ya iba dejando de forma disimulada su huella en mí, hasta que un día en Montserrat, me hizo sentir que me quería como la Virgen: muy cerca de Él… Y entonces, la chispa se convirtió en un fuego que prendió por completo todo mi ser. ¡Imagínate! ¡Un regalo, una vocación: ser toda de Dios! Pero no creas que esta elección estuvo exenta de dificultades, empezando por mis padres… ¡pobrecitos, qué mal lo pasaron…! Sin embargo, como ellos me querían y deseaban lo mejor para mí, aunque les costó, terminaron aceptando mi decisión.

Llegados a este punto, es cuando una tiene que pararse a pensar… ¿Entregar mi vida a Jesús? ¡Sin dudarlo! Pero, ¿cómo y dónde? Una cosa sí sabía: me inquietaba la escasa educación que recibían las niñas. Así pues, de la misma forma en que tú en algún momento has necesitado el consejo de un amigo, yo hablé con un sacerdote, el Padre Goberna. Por fin, ingresé en el Noviciado de las Adoratrices. Llevan a cabo una gran labor, pues recogen a chicas que, o vienen de la calle o no han tenido una infancia fácil, y se les da la formación de la que carecen para que regresen mejor preparadas a la sociedad. Estaba contenta, pero algo en mi interior no cuadraba del todo, me daba vueltas y afloraba en mi pensamiento cada vez con más frecuencia… A ver si me explico… En las Adoratrices, ayudábamos a sacar de su situación a las chicas que habían caído pero ¡yo quería ayudarlas y enseñarlas antes de que cayesen! Como quería mucho a la Virgen, acudí a Ella en la oración. De la Virgen admiraba muchas cosas, pero sobre todo sentía en mí una especial resonancia cuando contemplaba cómo fue preservada por Dios de caer en el pecado, convirtiéndose en la Llena de Gracia. Mi ideal fue siempre imitarla, y por eso volví a ponerme en camino. Ingresé en las Dominicas, que se dedican a la educación. Rondamos ya el año 1871, y en poco tiempo sucedieron muchas cosas: clases con las niñas y más adelante, directora de un colegio… Y aquí llega otro giro en mi historia. No acababa de encajar, ni podía encauzar la enseñanza en la dirección de futuro que creía más adecuada. Algunos me aconsejaron iniciar un nuevo camino en la Iglesia. ¡Imagínate! Yo tan poca cosa, y tan grande la misión que Dios me encomendaba… Había otras hermanas que tenían la misma inquietud que yo, y el 22 de febrero de 1892 salimos de las Dominicas. No sabía adónde nos llevaría esta aventura, pero me hallaba en la mejor compañía: tenía a Dios, a la Virgen y a unas hermanas compañeras de camino. Aunque pasamos algún que otro bache, Dios nunca nos abandonó. Y así, con los pies en la tierra y el corazón en el cielo, el 8 de diciembre de 1982 todas vestíamos el hábito blanco y azul de la recién nacida Congregación Concepcionista en Burgos. ¡Incluso el día nos acompañó con su espléndido cielo azul y su capa blanca de nieve! Si cuando digo yo que María Inmaculada anduvo de por medio desde el principio, por algo será…

Pasaron los años y nuestros esfuerzos dieron fruto con las fundaciones de varios colegios en España. La Congregación fue creciendo también en cuanto al número de jóvenes que decidían consagrarse al Señor. En 1907 me puse enferma. Sin embargo, no me asusté, pues sabía que aún me quedaban 3 cosas importantes que hacer, y Dios me había prometido que las vería cumplidas. ¿Quieres que te cuente qué eran esas 3cosas? Muy bien, veamos… Primero, el Papa S. Pío X aprobó y alabó a la Congregación. ¡Qué alegría tan grande cuando recibimos la noticia! Segundo: después de mucho buscar, encontramos una casa en Madrid, de forma que todos los colegios de España estarían mejor comunicados. Y finalmente, el Noviciado se pudo trasladar también a esta ciudad. Todo este ajetreo duró 4 años, y el 25 de julio de 1911 Jesús me llamó para estar para siempre a su lado en el cielo.

El sueño de Dios (que era también el mío) se había hecho realidad. Los colegios son preciosos jardines donde María es el centro, y los niños y jóvenes, son hermosas flores que han de nutrirse para crecer. ¡Cómo me gusta miraros! No me canso nunca, ¿sabes? Os miro a todos y os quiero a cada uno de vosotros. Sí, claro que a ti también he visto tus pasos por este camino concepcionista… y cómo has ido creciendo. Estoy orgullosa de ti. Orgullosa también de contemplar cómo la Congregación se ha extendido por muchos países del mundo, dando lugar a un enriquecimiento cultural e intelectual de sus miembros. Pero para nada esto termina aquí… Eso ya lo sabes tú, ¿no?

1 comentario:

Unknown dijo...

Ángela, Isabel:¡muy bien!, ligero para ver, bien narrado, nada pesado..., pero claro...

¡Qué voy a decir yo!..., si soy el padre de Ángela :)

Un abrazo