jueves, 25 de octubre de 2007

UNA LLAMADA... UNA RESPUESTA....

EXPERIENCIA EN CALCUTA
Este testimonio nos lo envía María Chiquero, de Madrid.
¡Gracias, María, por hacernos partícipes del gran don que Dios te ha dado! ¡Gracias por responder a la llamada misionera...!

La experiencia de hacer misión nos demuestra cada día que merece la pena, dar testimonio del amor de Cristo a los demás, de darnos a la gente y trasmitir que Cristo continúa viviendo en la sociedad en la que vivimos.

Desde que era muy pequeña mi vida ha estado marcada por la entrega a los demás, he ido a voluntariados, campos de trabajo y mil y una actividad para estar con la gente, y hoy por hoy mi profesión esta dedicada a dar luz y esperanza a personas que han perdido motivo por el que vivir, motivo para seguir disfrutando del mayor regalo que Dios nos ha dado, el de la vida

La experiencia que voy a contar es de este verano, desde hace varios años me llamaba la idea de ir de voluntaria a la India, exactamente Calcuta, la tierra de M. Teresa.
Y por fin ese sueño se hizo realidad este mes de julio, y en manos de Dios me embarqué junto con otras amigas en esta aventura.

Calcuta impresiona mucho, hasta que no llegas allí, ves lo que hay no te haces una idea de la pobreza, miseria, de la gradación humana, basura, suciedad, gente enferma y sola que hay en las calles.
Los primeros días todo te llama la atención: olores, colores, cultura, religión, forma de vida, la India está llena de contrastes. Cuando llegué me desbordó todo aquello, y te preguntas que haces allí, qué motivo te empujó para ir, qué es lo que vas a poder hacer...., mil preguntas que fueron teniendo respuesta a lo largo del mes.

En la misión a veces no hace falta hacer grandes cosas, como decía Madre Teresa de Calcuta, lo más importante es poner amor en lo que hacemos, desde la sencillez, desde la entrega, desde Cristo, y por ese motivo empecé a disfrutar de una misión tocada tan solo por la humildad.
Durante todo el mes estuvimos en las casas de las Hermanas de la Caridad, desde estar con niños hasta con los moribundos y enfermos. Las casas de las hermanas son un oasis, lugares donde se respira paz, amor y donde ves a Dios en cada una de las personas que allí se encuentran.
La labor que desempeñan las Hermanas es admirable, su vida son los pobres de los más pobres, entregan su vida a Cristo desde una sencillez, humildad, y pobreza que nunca había conocido.
Una Hermana me dijo que todos, cada uno de nosotros desde nuestra vocación, nuestra vida, nuestros hogares, debemos y podemos dar testimonio de Cristo vivo. Que no se quedara la experiencia en Calcuta, que a partir de ahora es cuando empezaba el verdadero trabajo del mes vivido allí.

También me impresionó la cantidad de voluntarios de todas las partes del mundo que van a Calcuta a empaparse de la obra de M. Teresa, a dejar una pequeña gota en ese océano tan inmenso, y compartir misión todos juntos es algo muy bonito.

A pesar del tiempo que ha trascurrido, ya tres meses, las imágenes que mis ojos vieron, los momentos vividos tan intensos y los segundos que duraron ciertas miradas, gestos, palabras de algún enfermo me han marcado el corazón para siempre. Una experiencia que ha cambiado no sólo mi vida sino también la vida de las personas que me rodean.

¡¡No dejes de testimoniar con tu vida que merece la pena ser misionero,
ser transmisor de Cristo!!

MARÍA CHIQUERO, Madrid