domingo, 11 de enero de 2015

FIESTA DEL BAUTISMO DEL SEÑOR

Con la Fiesta del Bautismo del Señor termina el Tiempo Litúrgico de la Navidad. Atrás quedaron los encuentros familiares, los adornos, villancicos y la contemplación del Portal de Belén, adorando a Dios hecho Niño, bajo el asombro y admiración de María, José, los pastores y... todos nosotros.
Es un paso de gigante el que damos hoy en el recorrido de la vida de Jesús, pues aparece como un hombre de 30 años, maduro y formado, preparado para asumir su misión de ser Hijo de Dios. Y no lo hace de manera espectacular, sino desde la sencillez de un joven judío de su pueblo, que se pone en la fila de los pecadores, como uno más, sin llamar la atención y dispuesto a recibir el bautismo de manos de su primo Juan, quien se resiste por ser quien es: EL HIJO DEL MISMO DIOS.
¡Cuánto tenemos que aprender de Jesús! Nosotros, que siempre aspiramos a más, que nos apenamos cuando no nos reconocen, que nos molestamos cuando no nos tienen en cuenta, en esta sociedad que presiona al ser humano hacia el poder, el éxito y el reconocimiento.
Ninguno de los presentes en el Jordán se percata de quién es ese hombre que está en la fila esperando su turno, nadie excepto Juan. Pero Dios quiere manifestarse y quiere revelar quién es y a qué ha venido el Mesías, su Hijo. Es el comienzo de su vida pública, de su misión y es algo tan grande, que sí, debe ser anunciado, debe ser escuchado.
El bautismo de Juan ya no es válido, quedará obsoleto en el recuerdo de aquellos que desearon cambiar su vida, ansiando ser mejores. Ahora se les ofrece un Bautismo de agua, bajo la acción del Espíritu Santo y la unción del mismo Dios. Desde entonces, los cristianos recibimos este sacramento de iniciación que nos abre las puertas de la nueva familia de la que formamos parte: la Iglesia. Hoy es un día precioso para dar gracias por nuestro Bautismo y recordar a quienes quisieron y facilitaron la recepción de este sacramento. También ese día, para nosotros, el cielo se abrió y Dios nos abrazó proclamando que éramos sus HIJOS AMADOS.
El Bautismo, el don de la fe, es un inmenso regalo que no sabemos muchas veces valorarlo. Que el vídeo que te ofrecemos a continuación te ayude a hacer memoria afectiva de ese día tan precioso de tu bautismo. Probablemente la mayoría de nosotros no recordemos nada de ese día, por ser muy pequeños, pero sí hemos sentido, conforme hemos ido creciendo, todos sus efectos y la acción de este sacramento en nuestras vidas.