Algunos de nuestros amigos del blog ya nos habéis preguntado, a lo largo del mes de septiembre, si íbamos a retomar las entradas de los PENSAMIENTOS DE SANTA CARMEN, y os respondimos afirmativamente. Sentimos la espera pero compartimos con vosotros la gran alegría de que los echéis de menos y nos hayaís expresado cuánto os gustan y el bien que os hace leerlos y reflexionar con ellos.
La reflexión del pensamiento de hoy nos la ofrece M. Belén Gómez, religiosa concepcionista que conoceréis muchos de vosotros porque fue Directora de los colegios de Arenys de Mar, Barcelona, Burgos y, hasta hace unos meses, de San Lorenzo de El Escorial.
M. Belén, en el mes de julio, fue nombrada Superiora Provincial de España y, por este motivo, tuvo que dejar la dirección del colegio de San Lorenzo para poder dedicarse a otra misión que se le ha encomendado en la congregación.
Agradecemos a M. Belén su reflexión y le decimos, desde el blog concepcionista, que nos comprometemos a rezar por ella y por la misión que tiene que desempeñar de tanta dedicación y responsabilidad.
ECO Nº 11 DEL
PENSAMIENTO DE CARMEN SALLÉS
“La
vocación religiosa es un gran don recibido de Dios”
REFLEXIÓN de M. Belén Gómez,
rcm
¿A quién no le gusta recibir un regalo?
Hay regalos que enseguida se terminan, pero hay otros que duran toda la vida y
te acompañan siempre. La vocación es uno de estos regalos, que cuando eres
joven, adulto o más mayor da sentido y abre un horizonte. Carmen Sallés decía
que era un gran don, porque se siembra en la vida como una pequeña semilla pero
va creciendo y se convierte en un gran árbol, con raíces profundas y capaz de
dar sombra y cobijo a otros.
Jesús en el Evangelio nos habla del
tesoro escondido en el campo por el que un hombre vende lo demás para adquirir
esa tierra. El don de la vocación religiosa es ese tesoro que Dios deposita,
como una semilla, en el corazón de
algunas personas a las que mira con amor y les invita a seguirle más de cerca.
Carmen Sallés fue una de ellas, descubrió muy pronto, con sorpresa y gratitud
ese gran don, que cuidó toda su vida para que creciera fuerte y pudiera
iluminar la vida de otros.
Si tú recibes este regalo, si descubres
en tu interior una llamada que te lanza a seguirle, acógelo, ábrelo y cuídalo,
porque Dios siempre regala vida y certezas del corazón que ayudan a seguir
caminando.
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